Lo divertido de estar en una zona horaria diferente es que, a veces, estar despierto a las 4 a. m. te permite escuchar cosas que de otro modo te perderías. En unas vacaciones recientes en Honolulu, me quedé completamente despierto, escuchando los sonidos de la ciudad despertándose.

Mientras escuchaba todos los ruidos filtrarse a través de la puerta abierta de mi balcón, me hizo pensar... una ciudad se parece mucho a nuestro cuerpo . El elemento vital de una ciudad son los datos: desde el repartidor que descarga su ruta, el oficial de policía que inicia sesión en su base de datos hasta el viajero que lee su periódico electrónico matutino. Todas estas cosas tienen que ver con el flujo de datos y, al igual que los órganos de nuestro cuerpo, necesitan sangre para sobrevivir. Necesitamos datos para llevar a cabo nuestra rutina diaria.

Otra similitud es la necesidad de ir a hacerse un chequeo periódicamente. Todos sabemos que asegurarnos de que estamos saludables a través de chequeos regulares es importante para asegurarnos de que todos nuestros sistemas funcionen como deberían. Lo mismo ocurre con la salud de nuestras redes de datos. Las fallas catastróficas generalmente ocurren debido al mal funcionamiento de un componente o sistema, lo que provoca un efecto de cascada. En Clearfield nos tomamos muy en serio la salud de las redes. Desde nuestro Clearview Blue Cassette hasta nuestros gabinetes, cajas de pared, sistemas de marcos, microductos y fibras, diseñamos con la capacidad de aislar y verificar cada componente sin interrumpir el resto. Esto ayuda a garantizar que su red esté y se mantenga en buen estado. En el caso de que uno de los componentes tenga un problema, el enfoque de Clearfield le permite cambiar fácilmente el elemento sin interrupciones importantes en la red. Todo esto asegura que el elemento vital de su red fluya y que su red mantenga una salud óptima.

Entonces, ¿por qué no entrar y dejar que los profesionales de Clearfield revisen su red hoy mismo? No duele y podríamos evitar que un gran "golpe" paralice su red.

Por Scot Bohaychyk